martes, 21 de abril de 2020

LENGUA 3º-4º 21/04/2020

Hola chicos:
¿Qué tal estáis? Espero que todos bien.

Os propongo una comprensión lectora para el día de hoy "Un Ciempiés en la Zapatería".

Haremos una lectura silenciosa.

Lectura en voz alta. Si a algún familiar le apetece, podrá pasar un rato divertido escuchando esta lectura.

Vamos a imaginar como son Ciempisantes y Ciempireles. A continuación, haremos una descripción (cómo son de carácter, qué les gusta hacer, cómo es su físico, cómo van vestidos,...) Libreta de Lengua.
Buscamos en el texto las acciones (verbos) que hacen los niños en lugar de caminar.

Buscamos en el diccionario el significado de las palabras que están señaladas en color violeta. Si en casa no tenéis diccionario de lengua, usad el diccionario on-line. Es muy sencillo:
      1ºEscribimos en google "diccionario de la real academia española. El primer enlace que aparece es www.rae.es.
      2º Pinchamos en el enlace de la rae, al abrir el enlace aparece una caja para escribir el término de búsqueda 🔎.
     3º Escribimos la palabra que buscamos y pinchamos en la lupa.

Hacemos un dibujo de Ciempisantes y Ciempireles.
      
UN CIEMPIÉS EN LA ZAPATERÍA

   Cipolino comenzó a trabajar en el taller de Maese Uvita, y hacía muchos progresos en el arte de remendón: daba pez al bramante, ponía las suelas, clavaba clavos en las botas, tomaba las medidas a los clientes.
   Maese Uvita estaba contento, y los negocios le iban bien. Mucha gente iba a su taller solo por ver a aquel extraordinario mozuelo.
   Fue también una familia de Ciempiés forasteros, el padre y dos hijos, que se llamaban Ciempisantes y Ciempinreles, y no se estaban quietos ni un minuto.
—¿Son siempre tan vivarachos? —preguntó Cipolino.
—¿Cómo? —respondió el Ciempiés—. Ahora son dos angelitos. Debería verlos cuando mi mujer los baña: les lava las patas delanteras y ellos se ensucian las traseras, les lava las de atrás y se ensucian las de delante. No acaba nunca y cada vez gasta una pastilla de jabón entera.
Maese Uvita preguntó:
—¿Tomamos medida a los pequeños para sus zapatos?
—¡Por el amor de Dios: doscientos pares de zapatos! Tendré que trabajar toda la vida para pagar la deuda.
—Además —agregó Maese Uvita—, no creo que tenga cuero suficiente en todo el taller.
—Echadle un vistazo a los más gastados: por lo menos intentaremos cambiar esos.
Ciempisantes y Ciempinreles pusieron toda su buena voluntad para mantener quietos los pies mientras Maese Uvita y Cipolino examinaban suelas y tapas.
—Pues a este habría que cambiarle los dos primeros pares y el par número noventa y nueve.
—¡Oh!, con ese puede andar todavía —se apresuró a decir papá Ciempiés—: bastará ponerle tapas nuevas.
—A este otro hay que cambiarle los dieciséis zapatos del fondo en la fila de la derecha.
—Siempre le estoy diciendo que no arrastre los pies. ¿Los niños caminan? Qué va: saltan, bailan, se arrastran. Y ese es el resultado: toda la fila de los zapatos de la derecha se gasta antes que la fila de la izquierda.
Maese Uvita suspiraba:
—Es que tener dos pies o cien es lo mismo para los niños. Serían capaces de romper cien pares de zapatos con un pie solo.
Finalmente, la familia Ciempiés se fue andando a saltitos: Ciempisantes y Ciempinreles se deslizaban mejor que si tuviesen ruedas. Papá Ciempiés, en cambio, era un poco más lento, en realidad era algo cojo. No del todo, que conste: era cojo solo de treinta y tres pies...



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